La incidencia de sus ataques tiende a acentuarse en las zonas más húmedas y frescas, con una gran variabilidad según la variedad cultivada. Es menos pronunciada en zonas con veranos calurosos y secos.
Morfología y biología
El insecto adulto presenta una coloración pardo rojiza o anaranjada sobre la que destacan una serie de placas de color negro.
Tiene las alas transparentes e irisadas, y el borde posterior del tórax es de color amarillo. Los huevos son alargados y de color blanco. La larva es ápoda y blanca. La pupa es de forma alargada y color amarillento que se va
oscureciendo a medida que progresa en su desarrollo.
Se observan por lo general, de dos a tres generaciones anuales dependiendo de las condiciones climáticas. Suele pasar el invierno en estado de pupa, que se localiza en el suelo a poca profundidad, aunque pueden encontrarse
individuos en todos los estados de desarrollo.
Los adultos de la primera generación aparecen en marzo o abril y pasan cierto tiempo alimentándose de sustancias azucaradas, como la melaza de algunos homópteros, hasta alcanzar la madurez sexual e iniciar la puesta. Los huevos
son depositados por la hembra bajo la corteza del fruto elegido. Este ha de tener un nivel de maduración adecuado y no estar ocupado por otro huevo. Es típico, pues, de este insecto que deposite un solo huevo por aceituna.
Tras la eclosión, la larva se alimenta del fruto excavando una galería pequeña y tortuosa, y una vez completado su desarrollo pupa en el interior del fruto, cerca de la epidermis.
Los máximos de intensidad de vuelo se observan en julio y octubre, siendo más elevado el segundo que el primero.
Daños
Los daños causados por la mosca del olivo son de dos tipos: cuantitativos y cualitativos.
Respecto a los daños cuantitativos, los daños son causados por las larvas de segundo y sobre todo de tercer estadio y consisten en que éstas consumen una parte importante de la pulpa de la aceituna lo cual reduce el rendimiento
en aceite. Una parte de la producción se pierde debido a que los frutos atacados caen prematuramente del árbol. En las aceitunas destinadas a aceite los daños causados por las picaduras de puesta y las larvas de primer
estadio no tienen un impacto significativo. En las aceitunas de mesa las picaduras de puesta sí deprecian la producción.
Larva de tercer estadio
© Giancarlo Dess
Oliva con picadura fresca
de Dacus (Bactrocera) oleae
Orificios de salida de la mosca
© Giancarlo Dess
En el aspecto cualitativo sí hay que considerar que las aceitunas con alta incidencia de esta plaga producen un aceite de peor calidad que las sanas sobre todo si son larvas de tercer estadio. El aceite obtenido de estas aceitunas
atacadas puede tener una acidez (expresada en ácido oléico), de entre el 2% al 10% según el porcentaje de infectación, y también son aceites con una menor capacidad de conservación ya que presentan un índice de peróxidos
más elevado.
Debido a los ataques de la mosca también se producen daños cualitativos de forma secundaria, ya que en los restos que la larva va dejando dentro del fruto, se desarrollan hongos que deterioran la calidad del aceite obtenido.
Este deterioro secundario de la calidad es más evidente en los aceites obtenidos de aceitunas atacadas recogidas del suelo o que se hayan almacenado varios días antes de la molienda en la almazara.